Yo sí sé qué ridículos somos
Los periodistas de este país estamos quedando en ridículo con el despliegue que le venimos dando a los episodios grabados por informarles, donde están involucradas personas de la farándula o la política.
Durante el Mundial de Brasil para algunos medios de comunicación fue más importante divulgar un video aficionado en el que el publicista Yamid Amat Serna protagonizaba una pelea en un restaurante por defender los insultos contra uno de los hijos del Presidente Santos.
La “noticia” fue boom en redes sociales e importantes medios de comunicación. A la final no entendí por qué el despliegue de esa información cuando en nuestro país es usual ese tipo de riñas.
Y hoy da avergüenza el despliegue informativo desmedido sobre un gomelo desconocido de Bogotá que borracho discutió con unos policías y su pecado fue haber dicho que era sobrino de César Gaviria Trujillo, y miembro de la CIA en otro episodio parecido hace dos años.
Más idiotas son quienes piensan que la investigación que adelanta la Fiscalía daría como resultado prisión para el insolente.
Quienes tenemos algún conocimiento de derecho, sabemos que el Código Penal no incluye penas privativas de la libertad en ese tipo de casos. Lo más probable es que haya alguna sanción leve, porque por los delitos de injuria y calumnia basta con retractarse. Y punto. Qué pare el show.