Por Juan Carlos Hurtado Ochoa
Lamentamos informarles que la independencia en política no existe. No sigan creyendo en quien les venda esa idea, porque van a terminar decepcionados.
Y no existe, porque la política no es de una persona. Necesita de muchas y ese círculo está lleno de intereses, vanidades, buenos y malos propósitos.
El discurso de independencia empecé a escuchárselo a Sergio Fajardo Valderrama en su aspiración a la alcaldía, y mejor no hacer recuento de en lo que terminó.
Un amigo dice que es independiente; que independiente de quien lo ayude, él lo ayuda.
La palabra suena bacana, desprovista de viejas prácticas politiqueras. Sin embargo, es usada para confundir a incautos y, 20 años después de Fajardo, sigue sirviendo. Hasta para él.
De ahí que surjan las famosas propuestas de movimientos por firmas y esas cosas, que al final de cuentas no hacen nada distinto a los partidos tradicionales. También necesitan bancadas, coaliciones, alianzas, lo que ustedes se imaginen.
También se confunde juventud con independencia. Otro error. Revisemos sin prevención a concejales, diputados, a mandatarios del orden local y departamental, y al mismo presidente Duque, y saquemos conclusiones. ¿Qué hay de nuevo, qué hay de distinto, en qué hemos cambiado o mejorado?
Un experto en política nos decía que hay jóvenes políticos que aprendieron muy bien las mañas de los viejos para hacer “negocios” y moverse con gran talento en cualquier escenario.
Lo complejo es que al perro no lo capan dos veces y llegará un momento en que la gente elegirá políticos de partido, con experiencia, que no vendan ideas que no son capaces de honrar.
En 2022 y el 2023 será experimento interesante en lo electoral para saber si hemos aprendido algo. O si estamos muy satisfechos y nos seguirán conquistando con una independencia que no existe.