Recovecos cortos

EL CENTRO QUE NOS DEBERÍA DAR VERGÜENZA MOSTRAR

Por Juan Carlos Hurtado Ochoa

Desde hace 20 años tengo oficina en el centro. Trabajo en el centro. Me gusta el centro, pero también le tengo miedo, respeto.

Por eso, y como muchos, trato de salir de allí apenas cae la tarde. No es seguro. Todos lo sabemos.

Quisiera que fuera el mismo lugar que disfruté cuando era niño. Cuando no había grandes centros comerciales en la ciudad.

Oviedo y San Diego eran lo más grande. De resto, los pasajes del centro, eran lugares tranquilos para comprar y “loliar”.

He visto los últimos 6 alcaldes pretendiendo recuperar el centro. Todos han creído que la solución es cemento. Fachadas, parques, aceras, separadores, ciclo rutas. Cemento y más cemento.

Sin embargo, hay caos social y de inseguridad impresionante que les quedó grande, justo cuando nos llenamos la boca diciendo que Medellín es la ciudad más turística de Colombia.  Yo me muero de pena, recomendar a un turista que vaya al centro. No porque sea feo, por lo que le pueda pasar.

Recuerdo a un ex contralor de Medellín, decirme que no era capaz de salir de su sede, en frente de Plaza de Botero a pie. Que se moría del susto. ¡Qué paradoja! con un sitio tan hermoso, pero a la vez tan peligroso.

El cemento; y las obras del maestro Botero, no han sido suficientes para lograr un entorno social tranquilo. Es el espejo de la otra Medellín, la olvidada, y destruida por dentro.

Cuando construyeron la moderna sede de la Universidad Cooperativa de Colombia en pleno centro hace algunos años, se dijo que la idea era que el sector se convirtiera en una gran ciudadela universitaria. Allí estaban los representantes de Coninsa Ramón H.

Ha pasado el tiempo y tampoco ha habido nuevos proyectos educativos como ocurre en el centro de Bogotá, donde convergen varias universidades de renombre.

Pocas universidades le creen a los mandatarios de Medellín sobre una verdadera transformación.

Me sueño un centro, como el de otras ciudades del mundo, donde podamos disfrutar en el día y en la noche. Donde podamos sacar el celular. Donde no tengamos que andar afanosos por temor al robo. Donde no digamos que vamos al centro porque nos toca, sino porque nos guste. Que deje ser normal que haya gente que no conozca el centro y no le interese en lo absoluto ir por allí. Eso, en serio, me duele.

Ahora escucho nuevamente candidatos a la alcaldía hablando de sus proyectos para recuperar el centro. Entre ellos Rodolfo Correa Vargas.

Ojalá alguno entienda que la intervención no es solo con cemento, para poder, ojalá algún día, deleitarme de ese centro tranquilo, que lamentablemente hoy no existe, y es solo recuerdo para quienes lo conocimos distinto.

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